En su ropero, planchada, reposa su pequeña camisa. Mientras, entre sábanas de pentagramas y corcheas, mi pequeño duerme soñando que había llegado el 14 de Septiembre. Ese día, marcado en su calendario para poder vivir el sueño que no pudo cumplir el pasado Domingo de Ramos. Con los nervios y la ilusión que papá tuvo aquel Domingo de Ramos en la Iglesia del Carmen hace ya muchos años.
Sueña cariño mío, que mamá te vestirá con tus mejores galas de Polillas. Sueña que papá te dejará en casa de tu Tato, que la Tata te peinará como al Tato y cuando estéis listos, partireis de la mano hacia la Plaza de San Juan de Dios. Afinareis, y partireis para la Catedral con sones sacramentales. Y cuando el sol se marche a descansar, se abrirán las Puertas del Cielo, para que por ella salga el Señor del Milagro, ese que lleva tu Dulce Nombre, a los sones del Himno Nacional.
No despiertes cariño mío hasta que dejes al Señor dentro del Convento de Santo Domingo. Sueña, vida mía. No dejes de soñar. Y hoy, 14 de Septiembre, tu sueño se hará realidad.