Hoy y mañana tendría que haber sido tu Pregón y Besamanos, un día marcado en mi almanaque con letras de oro.
Hoy, como desde hace muchos años, mi hermano y yo, habríamos ido a tu encuentro, y allí nos estarías esperando como cada año, vestida de Reina, cerquita de tu hijo Expirante, ese que a nosotros nos quita el sentido. A nuestra forma, con nuestras cámaras, para llevar tu belleza y tu realeza hasta los últimos confines del mundo. ¡Cuánta gente viene cada año para sacarte tan guapa y preciosa!
Radiante, enjoyada y llena de la Victoria que nos transmites con tu sola presencia.
El pasado enero me arrebataste el corazón y si, mi corazón siempre ha sido rojo (sangre de toro, como el monte de claveles que lleva «El Cristo» cada Viernes Santo), desde ese día se torna también azul, «azul Victoria».
Me tienes loco. Nos tienes locos perdidos.
Hoy, nos habrás echado de menos, como nosotros a ti.
Espero que la espera no sea larga, porque tantos meses sin estar a tus plantas sería un infierno. Ya nos haces falta…
Mientras tanto, seguiré diciéndote «Reina» cada vez que paso por la Castrense.